Ir al contenido principal

El Gran Hermano de Madrid: los ojos que todo lo ven


Vayamos a donde vayamos, estamos siendo controlados en (casi) todo el tiempo, desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama. Si acudimos al trabajo en metro, las cámaras de seguridad nos vigilan en los andenes y en los vagones; si preferimos trasladarnos en bus, los autobuses de la EMT cuentan con sus propias cámaras, también. Los que optan por ir en coche a trabajar, al parar en una gasolinera a repostar, una cámara vigila todos nuestros movimientos mientras nos dejamos “atracar” por el precio disparado de la gasolina. Y no hay que olvidarse del gran número de cámaras que hay en farolas, túneles y puentes, que todo lo captan así como los radares móviles.

Antes de entrar a trabajar, sacamos dinero del cajero y una pequeña cámara controla nuestros movimientos, así que es recomendable tapar con la otra mano mientras tecleamos la clave, por si acaso. Muchas empresas tienen sus propias cámaras de seguridad para controlar la gente que entra y sale. Si se trabaja en un organismo oficial, además de ser “espiado” por las cámaras, es obligatorio pasar el bolso y demás bultos por el escáner.

Entre las 10 y las 11, hora del cafelito, y quien más y quien menos, bajamos a tomarlo al bar de enfrente o la cafetería de al lado y somos vigilados por las cámaras de los alrededores de la Gran Vía, de la Plaza Mayor, la calle Montera, barrio de Lavapiés e, incluso, en el Museo al Aire Libre, bajo el puente que une Eduardo Dato con Juan Bravo. ¿Qué queremos ser generosos y regalarle a la pareja un pequeño detalle por el día del aniversario? Pues nada como sonreír ante la cámara al entrar en la joyería, después de haber llamado al timbre, claro.

De regreso a casa, más de lo mismo, las cámaras del metro y de la EMT nos “retratan” con cara de cansancio después de un duro día de trabajo.

Madrid es un Gran hermano que todo lo ve.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/04/05/madrid/1396649318_245572.html

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué los madrileños llaman Lista a la calle de José Ortega y Gasset?

La calle de José Ortega y Gasset recibió este nombre en 1955, cuando se eliminó su primera denominación, calle de Lista, el cual se asignó en 1871 y estaba dedicada al sacerdote, escritor y matemático sevillano del siglo XVII, Alberto Rodríguez Lista y Aragón.  A pesar de los años transcurridos desde que recibió su nueva denominación, popularmente, los madrileños la siguen llamando Lista, quizá también por la permanencia del nombre en la estación de metro. Del libro “Los porqués de Madrid”, Isabel Gea. Ediciones La Librería. ___ edición. ___ €. http://www.edicioneslalibreria.es/  

Origen del nombre de Moncloa

El distrito de Moncloa debe su nombre a los condes de Monclova (con v) ‑título que ostentan actualmente los duques del Infantado-, dueños de gran parte de los terrenos donde hoy se asienta el distrito.  Los condes residían en el antiguo palacete de la Moncloa el cual pasó a distintos propietarios y fue destruido durante la Guerra Civil, por ser toda esta frente de batalla.  El actual palacio de la Moncloa, mucho menor en tamaño, se construyó imitando el estilo antiguo del primitivo.  Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, 2ª parte Isabel Gea. Ediciones La Librería. 5ª edición. 6,50€. http://www.edicioneslalibreria.es/

¿Por qué el edificio del Teatro Real tiene forma de ataúd?

El Teatro Real se construyó en el solar del antiguo teatro de los Caños del Peral que fue derribado por su mal estado en 1817. Un año más tarde, comenzó la construcción del nuevo teatro que se prolongó a lo largo de más de treinta años, siendo inaugurado en 1850 por la reina Isabel II. La planta del teatro resultó muy forzada por el solar que ocupaba, lo que había obligado al arquitecto Antonio López Aguado a articular la sala y el escenario de tal manera que quedaron muchos espacios vacíos así como un difícil tránsito a través de las alas y de las cajas de escaleras. Como la entrada por la plaza era de uso exclusivo para la familia real, y el público entraba por la fachada posterior en la plaza de Isabel II, los espectadores se veían obligados a recorrer interminables pasillos y escaleras. Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico señaló que «este edificio [el teatro] tiene la planta mas ingrata que para un edificio de esta clase ha podido elegirse». En cualquier calleje